sábado, 12 de julio de 2008

Más alla de lo evidente


La generalidad de las personas están seducidas por la energía externa de Krsna y creen erróneamente que mediante el adelanto de las comodidades materiales todos los hombres serán felices. Dicha gente no sabe que la naturaleza material o externa es muy poderosa, pues todo el mundo está muy bien atado por las estrictas leyes de la naturaleza material. Debido al hechizo de la ilusión, uno trata de satisfacer sus propios sentidos materiales, mediante el hecho de satisfacer su propia complacencia de los sentidos de diferentes maneras que nunca lo harán feliz. En vez de uno tratar de satisfacer sus propios sentidos materiales, tienen que satisfacer los sentidos del Señor.

Por fortuna, la entidad viviente es parte integral del Señor, y, en consecuencia, su función natural es la de prestarle al Señor un servicio directo.

Eso constituye la máxima perfección de la vida.

sábado, 26 de abril de 2008

Desde el pretender ser al deber ser



Presentar y desarrollar ambos conceptos es una tarea que presenta ciertas dificultades, siendo la más considerable la falta de un acabado conocimiento respecto a la disciplina de estudio. Por lo anterior, se abordará este ensayo desde el primer aspecto, o sea, en la presentación.

Otro aspecto que no puede quedar de lado es sobre la pretensión que pretende satisfacerse. Junto a una acuciosa investigación a diversos diccionarios (atendiendo especialmente a la etimología de cada concepto) y una relación entre los textos estudiados en el curso, se pretende por apaciguar una inquietud interna por esclarecer dos conceptos que resultan ser, en un primer estadio de conocimiento, equívocos por sí solos y muy similares entre ellos, sin dejar de lado la oportunidad que se presenta para hacer algunas apreciaciones personales que, si bien pueden ser imprecisas, obedecen a un deseo de expresión, aprendizaje y corrección.

Manifestar ambos términos, obliga a delimitar el campo de la ética y de la moral, de tal forma que nada, de lo propio de ellas, quede fuera. Siguiendo a Heidegger[1] el camino en nuestra búsqueda es el de no desgastar la palabra en su uso contemporáneo, sino remontarnos al origen de ella; acercarnos a la determinación primigenia. Y ya esto es un problema de consideraciones.

El concepto que tenemos de ética tiene dos orígenes reconocidos. El primero de ellos, ἦθος, ἔθος es su reconocimiento como rama de la filosofía pura, donde se generan sus propias preguntas y respuestas; elemento de la totalidad (Scruton). Concentra su estudio en la acción humana, y como esta se relaciona con la moral, siendo una de sus principales ramas la axiología, cuyo enfoque es el estudio de los valores, sus consideraciones se centran en apreciaciones y juicios de valores (“lo estimable”). Sin embargo, la ética (como sujeto) puede ser enfocada también como “lo ético” (adjetivo), aludiendo a los hábitos propios de una persona ¿Debo salvar la vida de un niño, a pesar que mi propia vida esta en riesgo? Es una pregunta que puede ser respondida desde la ética, pero su formulación alude directamente a una evaluación de aquellas que tendrá el ejecutante de la acción, y que serán consideradas al momento de si llevarla a cabo, o no. Así, ethos ἠθικός nos transporta a las inclinaciones que pueden mover a las personas. Es la manifestación de un carácter, que no se construye desde la naturaleza, sino de la interacción el hombre con la comunidad. Alude a una teoría de cómo debe ser conducida la vida, ya sea según la virtud, satisfacción de intereses, ideales, etc. En síntesis, es el suelo de nuestra praxis (ἤθεα).

La palabra moral proviene del latín morālis, de mos, moris, que quieren decir costumbre. Aproximarse a este concepto requiere delimitar hacia donde nos dirigimos, ya que es tratado tanto por la filosofía como por la teología. Y no podía ser otra forma, ya que la moral se aboca en comprender el origen de los valores, su fundamentación y cognoscibilidad y validez correspondiente con la ética. Las acciones y actividades del hombre, como ser generador de actos voluntarios, son elementos susceptibles de valoración moral. Y es en este punto donde parece prudente rescatar la concepción mínima de moral que nos entrega Rachel al señalar que es un esfuerzo mínimo de guiar nuestra conducta por razones al tiempo que damos igual peso a los intereses de cada persona que será afectada por lo que hagamos[2].

Si entendemos que la filosofía se desarrolla en varias ramas y disciplinas que, cada una en su contexto adecuado, buscan explicar la realidad y su sentido, en el campo de la naturaleza de los valores y sobre los juicios que se pueden formular a partir de estos, ἦθος se presenta como el vehículo para comprender ἠθικός de los actos humanos, siendo su objetivo esclarecer, reflexionar, fundamentar la conducta humana hacia la moral.

Sin duda alguna, y a partir de los primeros actos cometidos por el hombre primitivo, la repetición de estos fue generando una serie de actos que en su repetición en otros actos iguales crearon una serie de hábitos que generan la praxis de todo acto humano. Con la repetición constante a lo largo de la vida del hombre, se generan actos y hábitos que determinan actitudes. Así es como el mismo se va determinando a si mismo; la dinámica (δυναμικός) de este fenómeno- desde la psicología- establece un patrón común de caracteres de la personalidad ¿Pero serán estos comunes a todos los hombres?

Considerando que la repetición de estos hábitos en la vida de los hombres establece patrones comunes de personalidad, que se obtienen por niveles de apropiación inconsciente, no queda más sentenciar que deriva a un modo de ser que engloba sentimientos, costumbres y caracteres. Pero sucede que el acto cometido obedece a una interrelación con el medio en el cual se desenvuelve el hombre, y entendiendo que la Naturaleza se manifiesta de diversas formas en el mundo, no queda más señalar que no es posible establecer patrones comunes a todos los hombres. Podemos aproximarnos a la conceptualización de la palabra moral como el entendimiento del bien en general, y de las acciones humanas en orden a su bondad o malicia. Pero, aún así, la comprensión de estos dos últimos términos obedece a situaciones accidentales, más no semejantes de distintas realidades.

Ésta conclusión parece estar también de acuerdo con- en los lugares más diferentes de este mundo y en épocas muy diferentes de la historia- los profetas han mencionado aquellos patrones o normas morales, sin que haya una relación o interacción entre sí. Akh-en-Aton, Moisés, Confucio, Lao-tse, Buda, Sócrates, Jesús, han postulado normas muy similares entre si para la correcta y pacífica convivencia de las personas.

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[1] Se ha optado por tomar la vía con al cual él filósofo de Meßkirch, busca aproximarse a la filosofía (φιλοσοφία) en su ensayo “¿Qué es esto, la filosofía?”
[2] RACHEL ¿Qué es la moral?

viernes, 28 de marzo de 2008

Dominación global: El efecto Pokemon

Sin duda se han instalado en nuestro conocimiento general-inútil. La televisión, el Internet, películas y su franquicia con Nintendo han sido los medios para esta dominación de masas. Es muy difícil encontrar a alguien que no reconozca, por lo menos, al más famoso de los bichos de esta famosa serie japonesa (pikachu). Incluso, y si encontramos a alguien que represente la excepción de esta regla, sería calificado de ermitaño o desconectado del mundo. Y al ser reconocidos como seres extraños que no hablan nada entendible y con contenido (valga la redundancia), se ha asociado este nombre a un grupo de adolescentes que comparten una moda y actitudes para enfrentar la sexualidad.

Días atrás, una prestigiosa revista norteamericana
[1] publicó - en su edición digital - nuestro más reciente producto social de exportación: los pokemones. Si… esos mismos que han hecho de “El Diario de Eva” una pasarela que pone al descubierto lo más variado de esta tendencia. Absteniéndose de cualquier reacción que pueda causar este fenómeno de clase media-media y media-baja, no deja de llamar la atención la gran diferencia que tienen con quienes tuvieron una infancia durante los ochenta y principios de los noventa.

¿Quién de esa época no recuerda las tardes de bicicleta en algún parque, la infartante última lámina del álbum de Robotech o los dibujos animados que dejaban un claro mensaje político y social, como Los Pitufos o Espartaco? Incluso, hasta algo tan básico, como la forma de hacer las tareas del colegio, han sufrido un fuerte vuelco con la llegada del Internet a Chile a partir de 1996. Este sablazo tecnológico fue el inicio del sedentarismo cultural e intelectual de la juventud. El trabajo de colegio que antes requería de un día completo de búsqueda en roñosos Icaritos, revistas y enciclopedias, fue sustituido por media hora de búsqueda en Wikipedia y Encarta. Ya no existe la búsqueda del conocimiento, la curiosidad y la adopción de una metodología de investigación.

No es ninguna novedad que a partir de los ochenta el país cambia por completo. La economía de libre mercado, importada desde Chicago, impuso en Chile no solo una apertura económica sin precedentes, sino también intensificó las relaciones entre las civilizaciones que enriquecen nuestro mundo, junto a un fuerte cambio de paradigma.

La década de los noventa fue la cumbre del cambio de proyecto país; la culminación del proceso. Abandona un proyecto de sociedad y educación de corte europeo (de fuerte influencia francesa) para pasar al american way of life. Las plazas, talleres extraprogramáticos de colegios y son aplastados por los colosales centros comerciales. Toda discusión y crítica sobre el proyecto de Chile, y su renovación ciudadana es perdida. Ya no contamos con el antiguo ramo de Educación Cívica de Enseñanza Media.

Pero bueno… a la clase política y al modelo no les interesa generar ciudadanía crítica (si es que aún podemos hablar de ciudadanía). Total, el ponceo es una actividad por excelencia para generar los nuevos lazos sociales.

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[1] STEINBERG, Ashley, Newsweek, 18 de marzo de 2008, (link: http://www.newsweek.com/id/124098/page/1). Artículo complementario para la comprensión de este ensayo.