
Ya nadie habla de héroes. Ante el ajetreado día día, alimentado por la carroña de la jornada laboral, hemos caído en el nihilista dinámica del desarrollo económico. El pensar ha sido desplazado por el producir, y una vez más el filósofo de Friburgo tiene razón; nos hemos desarraigado de la Naturaleza. Y no contamos con el personaje que haga de suyo las virtudes.
Nos sentimos más lejanos del virtuoso que constituía en su actuar un modelo y ejemplo de vida. Nuestro referente actual se reduce a logra tener acumulación material, calculador en sus decisiones y, por sobre todo, ser individualista. No contamos con la decisión de Leónidas, la gallardía de Lautaro o al bizarro Ywain.
Bienvenidos al sin sentido/