Sin duda se han instalado en nuestro conocimiento general-inútil. La televisión, el Internet, películas y su franquicia con Nintendo han sido los medios para esta dominación de masas. Es muy difícil encontrar a alguien que no reconozca, por lo menos, al más famoso de los bichos de esta famosa serie japonesa (pikachu). Incluso, y si encontramos a alguien que represente la excepción de esta regla, sería calificado de ermitaño o desconectado del mundo. Y al ser reconocidos como seres extraños que no hablan nada entendible y con contenido (valga la redundancia), se ha asociado este nombre a un grupo de adolescentes que comparten una moda y actitudes para enfrentar la sexualidad.
Días atrás, una prestigiosa revista norteamericana[1] publicó - en su edición digital - nuestro más reciente producto social de exportación: los pokemones. Si… esos mismos que han hecho de “El Diario de Eva” una pasarela que pone al descubierto lo más variado de esta tendencia. Absteniéndose de cualquier reacción que pueda causar este fenómeno de clase media-media y media-baja, no deja de llamar la atención la gran diferencia que tienen con quienes tuvieron una infancia durante los ochenta y principios de los noventa.
¿Quién de esa época no recuerda las tardes de bicicleta en algún parque, la infartante última lámina del álbum de Robotech o los dibujos animados que dejaban un claro mensaje político y social, como Los Pitufos o Espartaco? Incluso, hasta algo tan básico, como la forma de hacer las tareas del colegio, han sufrido un fuerte vuelco con la llegada del Internet a Chile a partir de 1996. Este sablazo tecnológico fue el inicio del sedentarismo cultural e intelectual de la juventud. El trabajo de colegio que antes requería de un día completo de búsqueda en roñosos Icaritos, revistas y enciclopedias, fue sustituido por media hora de búsqueda en Wikipedia y Encarta. Ya no existe la búsqueda del conocimiento, la curiosidad y la adopción de una metodología de investigación.
No es ninguna novedad que a partir de los ochenta el país cambia por completo. La economía de libre mercado, importada desde Chicago, impuso en Chile no solo una apertura económica sin precedentes, sino también intensificó las relaciones entre las civilizaciones que enriquecen nuestro mundo, junto a un fuerte cambio de paradigma.
La década de los noventa fue la cumbre del cambio de proyecto país; la culminación del proceso. Abandona un proyecto de sociedad y educación de corte europeo (de fuerte influencia francesa) para pasar al american way of life. Las plazas, talleres extraprogramáticos de colegios y son aplastados por los colosales centros comerciales. Toda discusión y crítica sobre el proyecto de Chile, y su renovación ciudadana es perdida. Ya no contamos con el antiguo ramo de Educación Cívica de Enseñanza Media.
Pero bueno… a la clase política y al modelo no les interesa generar ciudadanía crítica (si es que aún podemos hablar de ciudadanía). Total, el ponceo es una actividad por excelencia para generar los nuevos lazos sociales.
Días atrás, una prestigiosa revista norteamericana[1] publicó - en su edición digital - nuestro más reciente producto social de exportación: los pokemones. Si… esos mismos que han hecho de “El Diario de Eva” una pasarela que pone al descubierto lo más variado de esta tendencia. Absteniéndose de cualquier reacción que pueda causar este fenómeno de clase media-media y media-baja, no deja de llamar la atención la gran diferencia que tienen con quienes tuvieron una infancia durante los ochenta y principios de los noventa.
¿Quién de esa época no recuerda las tardes de bicicleta en algún parque, la infartante última lámina del álbum de Robotech o los dibujos animados que dejaban un claro mensaje político y social, como Los Pitufos o Espartaco? Incluso, hasta algo tan básico, como la forma de hacer las tareas del colegio, han sufrido un fuerte vuelco con la llegada del Internet a Chile a partir de 1996. Este sablazo tecnológico fue el inicio del sedentarismo cultural e intelectual de la juventud. El trabajo de colegio que antes requería de un día completo de búsqueda en roñosos Icaritos, revistas y enciclopedias, fue sustituido por media hora de búsqueda en Wikipedia y Encarta. Ya no existe la búsqueda del conocimiento, la curiosidad y la adopción de una metodología de investigación.
No es ninguna novedad que a partir de los ochenta el país cambia por completo. La economía de libre mercado, importada desde Chicago, impuso en Chile no solo una apertura económica sin precedentes, sino también intensificó las relaciones entre las civilizaciones que enriquecen nuestro mundo, junto a un fuerte cambio de paradigma.
La década de los noventa fue la cumbre del cambio de proyecto país; la culminación del proceso. Abandona un proyecto de sociedad y educación de corte europeo (de fuerte influencia francesa) para pasar al american way of life. Las plazas, talleres extraprogramáticos de colegios y son aplastados por los colosales centros comerciales. Toda discusión y crítica sobre el proyecto de Chile, y su renovación ciudadana es perdida. Ya no contamos con el antiguo ramo de Educación Cívica de Enseñanza Media.
Pero bueno… a la clase política y al modelo no les interesa generar ciudadanía crítica (si es que aún podemos hablar de ciudadanía). Total, el ponceo es una actividad por excelencia para generar los nuevos lazos sociales.
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[1] STEINBERG, Ashley, Newsweek, 18 de marzo de 2008, (link: http://www.newsweek.com/id/124098/page/1). Artículo complementario para la comprensión de este ensayo.
1 comentario:
Es verdad Guallo. Los niños de hoy no saben si quiera usar el índice de un libro, y algunos no aprenden sino hasta bieeen grandecitos a andar en bicicleta..."¡porque se pueden caer!"...está bueno ya de tonteras, la responsabilidad de una sociedad mejor recae en nosotros como futuros (o actuales) padres, basta de sobreprotección. Si no dejamos que los niños aprendan a caerse nunca sabrán ponerse de pie...y preferirán pasarse el día viendo Pokemon.
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